sábado, 10 de noviembre de 2007

Selvática mujer...

Selvática mujer que habitas lejos
y bebes con placer de cuanto escribo,
ansío conocerte y que conozcas
al hombre y no al autor de tantos ripios.

Quisiera poder verte… ¿Cómo hacerlo
estando tan lejanos? Mis suspiros,
en alas de mis versos, vuelen raudos
al sitio donde lees mis escritos.

No sé cómo serás. Acaso, hermosa.
Mas una cosa es cierta: Que adivino
que seas guapa o fea poco importa.
Tu alegre corazón es lo que estimo.

Mas quiso la Fortuna que supiera
que existes y que sepas tú que existo
muy tarde acaso ya, puesto que hay lazos
que obligan nos separe un ancho abismo.

Difícil de salvar es tal obstáculo,
mas pueden dos palabras con buen ritmo
hacer que tome impulso. Son: - ¡Te quiero!
Igual con tal sentir saltar consigo.

El rey de España los tiene...

El rey de España los tiene
en su sitio y muy bien puestos
y al negro Chávez detuvo
virilmente, con un gesto.

No terminó allí la cosa,
pues siguió Chávez mintiendo
y al escuchar sus insultos,
el rey saltó de su asiento..

- ¡Vete ya a tomar por saco! -,
supongo pensó el Monarca,
en tanto que Zapatero
al negro casi rogaba.

¡Infeliz don José Luis,
pobrecillo presidente!
¡Tener que soportar él solo
los denuestos de esas gentes!

Con buen gesto y buen talante
y a fuer de ser un idiota
le demostró a todo el mundo
que es que le faltan pelotas.

Pues si el mismo rey de España
hace gala de hidalguía
tengo muy claro el asunto:
Zapatero es que es un lila.

¡Ole el rey y sus cojones!
A eso le llamo yo orgullo.
Y a Zapatero y su Corte
les tacho de lameculos.

Bien lo dijo el Almirante:
- ¡Vale más honra sin barcos
que barcos estando a flote
y de vergüenza cargados
! -