Ayer, día 9 de marzo de 2008, se celebraron las Elecciones Generales al Parlamento Español. Y hay que reconocer que fue un gran triunfo de le democracia, dado el alto porcentaje de votantes que asistieron a las urnas. En eso sí les ganaron la batalla los españoles a los terroristas de ETA, incluso los mismos vascos. Ahora habrá que pensar en ganar definitivamente esa guerra.
El pueblo soberano ha hablado y, equivocadamente o no, ha decidido su futuro. Luego, ya de nada valdrán las lamentaciones de quienes han votado al candidato ganador ni las discrepancias de los que votaron a su oponente. Eso, sobre todo, es la Democracia: Saber respetar la opinión de los demás, aunque no se comparta.
Ha vuelto a ganar José Luis Rodríguez Zapatero y es un resultado indiscutible. Se podrá alegar que ha bajado en algunas circunscripciones en intención de voto, mientras Mariano Rajoy ha subido en otras; pero lo cierto es que la victoria ha sido suya. Roguemos pues porque la sabiduría le ilumine y sepa llevar a buen puerto esta Nación que en los últimos tiempos parecía ir un poco a la deriva. En cuanto a Rajoy, es su segunda derrota consecutiva y es de suponer que se plantee en serio un cambio de actitud respecto a sí mismo; como ya ha hecho Gaspar Llamazares, de IU, que anoche mismo anunció su renuncia a una nueva candidatura en tanto se quejaba de lo injusta que es la Ley D’Hont para con algunos Partidos Políticos. Y no le falta razón.
Con idéntico número de votantes, 303.000, el Partido de Rosa Díez ha obtenido un solo escaño en tanto ha sacado seis. Asimismo, IU ha tenido 963.000 votantes y Convergencia i Unió 774.000; pues al primero se le conceden tres escaños mientras que al segundo once. Esta Ley, que en su día pudo tener su razón de ser, solamente favorece a los partidos nacionalistas que únicamente se presentan en su propio terreno. Y ellos son quienes, con un pequeño número de votantes, tienen la llave del gobierno de España. Lo cual no es nada razonable y da más valor a los votos de unos ciudadanos que a los de otros.
Pero si no se desea alterar esta normativa, lo justo es que se aplicase estrictamente. Si el Partido Socialista Catalán – PSC - se ha presentado como tal, al igual que el PSE de los vascos, sus votos no se deberían acumular radicalmente a los del PSOE sino ser medidos de igual forma que los de los que han resultado perjudicados por esta manera de estimar los votos. Mas a pesar de que este razonamiento es totalmente lógico y de que los del PP se estarán tirando de los pelos por no haber cambiado en su día la Ley Electoral, si algún día vuelven a estar en el Gobierno tampoco la cambiarán en virtud de no sé cuáles intereses. ¡Allá ellos entonces y que no vengan con lloros!
El pueblo ha hablado y ha emitido su veredicto. Tan sólo queda ya acatarlo. Y como es mejor tomarse risueñamente todo, me he permitido escribir un pequeño romance en el que describo un ficticio diálogo que muy bien pudiera ser cierto aunque no dude en absoluto – como dejé bien claro en mis anteriores artículos sobre los debates – de la honradez de Mariano Rajoy aunque sí de la de algunos de sus acompañantes en las listas electorales:
El diálogo de Rajoy y Pizarro
- Se acabó lo que se daba. –
Dijo Rajoy a Pizarro.
- Ganaron los socialistas,
habló el pueblo soberano. –
- ¿Qué vamos a hacer ahora? –
- Viviremos del escaño.
Que ése da buenas prebendas,
un momio de cuatro años. –
- Pues lo siento, amigo mío,
que yo a la empresa me largo;
pues se gana más dinero
y cuesta el mismo trabajo.
Allí todos te respetan,
nadie te llama payaso
y es difícil que te llegue
un etarra a darte un palo. - .
- ¿Pues sabes lo que te digo?
Que lo mismo te hago caso
y al Registro también torno,
a forrarme entre legajos.
Y que aquí se las compongan
el Aceves y el Gallardo. -.
- Gallardón querrás decir... –.
- Como me peta le llamo. -.
- ¿No me quería hacer sombra?
Pues yo la ene le mango. –
- ¿Y el acento? -. – No me gusta,
que lo tiene de chulapo. -
- Me refiero al apellido
y no al acento ortográfico. -.
- Pues ése también le sobra,
que con él suena más macho.
Y en España, en estos días,
Es ser homo lo mandado.
Ahí tienes al gran Zerolo:
¡Con Zeta Pe tiene orgasmos! -.
- ¿Y a Esperanza qué le dices? -.
- ¡Que la den mucho por saco!
¡Vámonos ya, compañero,
antes que vengan a echarnos! -.
Lo bueno del caso es que si el resultado hubiese sido al contrario, este mismo ficticio diálogo hubiera podido producirse con otros protagonistas.
¡Hasta pronto!
miércoles, 12 de marzo de 2008
No veas en mi actos apatía - Octavas Reales
No veas en mis actos apatía,
es sólo que el amor vivo pausado;
el tiempo se llevó mi lozanía,
las prisas del ayer ya se han calmado.
Son actos que contemplo cada día
al ver el caminar del que, a mi lado,
se arrastra lentamente a su querencia:
El viejo del que esperan ya la herencia.
Yo joven fui también y mi energía
en torpes aventuras del pasado
gasté sin dilación y en gran cuantía,
sin pausa y sin pensar si era pecado.
Busqué siempre el placer, la algarabía,
sin pausa y sin pensar si era pecado.
Hoy freno mi ilusión y mi impaciencia.
Tenía que servirme la experiencia.
Mas pienso que me resta todavía
bastante por andar. Con tanto andado
contemplo mi final con lejanía,
el miedo al Más Allá me ha abandonado.
Me quedan gran vigor y valentía,
mis ansias de querer aún no han mermado.
Mas tomo ya el asunto con paciencia,
en vez del corazón uso la ciencia.
Contempla esta actitud con simpatía.
No creas que me aburro y, fatigado,
prefiero más dormir. Tu compañía
ansío tener pronto. No han cesado
las ganas de querer hacerte mía,
mas debo de portarme con cuidado.
Comprende que fue dura mi existencia,
que tengo así que obrar en consecuencia.
es sólo que el amor vivo pausado;
el tiempo se llevó mi lozanía,
las prisas del ayer ya se han calmado.
Son actos que contemplo cada día
al ver el caminar del que, a mi lado,
se arrastra lentamente a su querencia:
El viejo del que esperan ya la herencia.
Yo joven fui también y mi energía
en torpes aventuras del pasado
gasté sin dilación y en gran cuantía,
sin pausa y sin pensar si era pecado.
Busqué siempre el placer, la algarabía,
sin pausa y sin pensar si era pecado.
Hoy freno mi ilusión y mi impaciencia.
Tenía que servirme la experiencia.
Mas pienso que me resta todavía
bastante por andar. Con tanto andado
contemplo mi final con lejanía,
el miedo al Más Allá me ha abandonado.
Me quedan gran vigor y valentía,
mis ansias de querer aún no han mermado.
Mas tomo ya el asunto con paciencia,
en vez del corazón uso la ciencia.
Contempla esta actitud con simpatía.
No creas que me aburro y, fatigado,
prefiero más dormir. Tu compañía
ansío tener pronto. No han cesado
las ganas de querer hacerte mía,
mas debo de portarme con cuidado.
Comprende que fue dura mi existencia,
que tengo así que obrar en consecuencia.
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