sábado, 8 de marzo de 2008

En el asesinato de Isaías Carrasco - 2

A Isaías lo mataron
porque blanco fácil era.
Las manos tintas en sangre,
huye el “héroe” a la carrera.

El cuerpo queda tendido,
desmadejado, en la acera.
Llora su hija aterrada.
Y con ella, España entera.

¡Asesinos y cobardes,
mienten de forma rastrera
diciendo que son gudaris!
Mas usan otra bandera.

El pueblo vasco, valiente,
nunca fue de esa manera;
siempre luchó cara a cara,
nunca pecó de insincera.

Ayer le tocó a Carrasco.
Mañana muere cualquiera
que no comulgue con esos
hijos de chulo y ramera.

¿Hasta cuándo, Virgen Santa
ha de seguir la ceguera
de jugar al mus con ellos?
¿La mesa? ¡Una calavera!

En el asesinato de Isaías Carrasco

Es día de dolor y de amargura.
¿Qué importa quién se lleve el gato agua?
Al cabo, todos juntos perderemos
o habremos de ganar esta batalla?

No pueden pistoleros asesinos
callar de un pueblo entero la palabra;
inútil es que sigan en su lucha,
la guerra de antemano está ganada.

Podrán seguir matando cuanto quieran,
cobardes y a traición y por la espalda;
que sobran españoles con coraje,
me temo que al final les falten balas.

Que a aquellos que supieron enfrentarse
al corso vencedor en cien campañas
les sobran los redaños suficientes
y prestos a morir son por su Patria.

Es día de penumbra y de tristeza,
mas pronto pasará y vendrá mañana.
Quien gane en los comicios poco importa,
si genio y sensatez nunca le falta.