viernes, 9 de noviembre de 2007

Una generación de ignorantes

Las nuevas normas establecidas para pasar de curso en el Bachillerato, permitir hacerlo habiendo obtenido cuatro suspensos en el anterior, me trae a la memoria aquel viejo chiste en el que un individuo le pregunta a otro:
- ¿Y usted estudia o trabaja? -.
- ¿Mande? -. Responde el interrogado.
- Que en qué trabaja... -. Pronuncia esta vez su interlocutor.
La diferencia es que a partir de ahora, y por obra y gracia del Gobierno del PSOE, la pregunta final será que qué estudia. Porque los que trabajan, sobre todo en algunos oficios, van a ser desde luego mucho más inteligentes que aquellos que acaben sus estudios arrastrando cuatro suspensos eternamente.
En mi juventud, el ser Bachiller Superior era todo un Título que hasta te confería el tratamiento de Don. No de la Mafia, por supuesto. Y no hablemos ya de épocas anteriores… El Bachiller Sansón Carrasco, personaje de El Quijote, era bastante más culto que muchos de los Licenciados Superiores actuales. Y hasta hace no mucho tiempo tener el Bachillerato Superior era tener algo. Ahora apenas significa nada más que saber leer y escribir malamente, ya que las operaciones matemáticas las realizan las calculadoras y los ordenadores.
No voy a pretender que la Enseñanza sea tan dura y tan cruel como antiguamente en la Universidad de Salamanca, en la cual enfermaban los alumnos el día del examen a causa de los nervios; o como en la Escuela de Ingenieros de Caminos, donde te suspendían por poner una falta de ortografía tras haber resuelto a la perfección tres problemas de alta Matemática. No era infrecuente que al calcular el área de un triángulo – b x a/2 –, (altura se representa como h por provenir la fórmula del francés hauteur), se escribiera “haltura”. Pues a la calle y hasta el año que viene, que no existían exámenes de septiembre en aquella época.
No. Ni tanto ni tan calvo como el otorgar todo un Doctorado a quien responde que Velázquez y Franco son los nombres de dos jugadores de fútbol. Lo cual es cierto, por otra parte, pero dice más bien poco en favor del individuo que responde de esa manera.
El objetivo de esa “flexibilidad aprobatoria” dicen que es acabar con el llamado fracaso escolar que obliga a muchos chicos a abandonar los estudios, pero pienso que el resultado no va a ser otro que la creación de unos Licenciados muy especializados en una materia concretísima pero que para otra cosa no van a saber ni escarbar cebollinos. Su única meta será triunfar en su especialidad y ganar mucho dinero, que les convierta en obedientes y grandes consumidores. Mientras sepan manejar como autómatas todos los aparatos de alta tecnología, que ya les han implantado en el cerebro que son imprescindibles, no tendrá la menor importancia que después no sepan hacer la O con un canuto. Siempre ha sido más sencillo gobernar un pueblo de incultos que de intelectuales y ése debe ser el fin que busca el Gobierno Socialista.
Pensar… ¿Qué es eso y para qué sirve? ¿Se tienen mejor coche y chalet adosado y con piscina con ello? ¿No? Entonces no es interesante.
Y estos que así opinan y así legislan son aquellos mismos que en mayo del 68 proclamaban que “la imaginación al Poder”… O eso dicen.
¡Joder y cómo se cambia en cuanto uno se encuentra acomodado en la poltrona del mismo! Para luego hacerles caso en nada y volver a votarles…

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